lunes, 30 de abril de 2012

¿Seré yo el mercado?

Me da vergüenza decirlo por si me convierto en el ogro de la economía, pero esta semana he comprado unos titulillos de deuda pública española. Quizás no debería de haberlo hecho, porque de pronto me ha asaltado una gran duda: ¿Acaso seré yo el mercado?. Para nada del mundo quisiera convertirme en el causante de todos los males de este país en el que vivimos, pero tenía un dinerillo y se me ha ocurrido comprar unos bonos del tesoro español. La prima de riesgo con relación a la deuda alemana todo el mundo dice que está muy alta y he pensado que estaría bien comprar deuda pública española, por rentabilidad y por aquello del patriotismo. 

Hoy pienso que no debería haberlos comprado, porque seguro que ahora formo parte del mercado. Y yo no quiero ser parte del mercado. El mercado tiene la culpa de todo. Tiene la culpa de la crisis. Tiene la culpa de que la economía esté en recesión. Tiene la culpa de que no haya crédito. Tiene la culpa del paro... Y yo no quiero pertenecer al mercado. Oigo voces en el parlamento que se declaran insumisas a los mercados. Y eso parece muy grave. ¿A ver si me he metido en un lío?. Aunque pensándolo bien, si el Tesoro pide dinero para atender sus gastos e inversiones porque alguien se ha fundido todos sus recursos y yo contribuyo a prestárselos, no sé dónde está mi maldad. Quizás lo más correcto fuera que el Tesoro administrara sus recursos como un sensato padre/madre de familia, que no se gasta lo que no tiene. Pero si para vivir de maravilla alguien ha tirado de crédito hasta el agotamiento, ¿qué culpa tengo yo?.

Esto no es la mili. A ningún estado le ha obligado nadie a pedir dinero. Cuando esta España nuestra se ha puesto hasta las narices de crédito para atender gastos superfluos e inversiones ruinosas porque nuestros ingresos no daban para ello, ahora nos declaramos insumisos. ¿Y porqué no nos declaramos a la hora de pedir los créditos?. Los mercados no tendrían la más mínima influencia sobre nosotros si no fuéramos sus deudores, como el banco no tendría ningún poder sobre mi casa si yo la hubiera comprado con mi dinero. Pero nos hemos acostumbrado a vivir del crédito como si no hubiera que devolverlo. Y ahora han llegado las vacas flacas y ha aparecido la fealdad en la cara de los mercados. Y encima yo pasándome al enemigo. 

jueves, 19 de abril de 2012

El futbol

Hoy me ha llamado un señor de Canal Plus para tratar de venderme algo de esa empresa. En parte para quitármelo de encima y en parte porque es medio verdad, le he dicho al hombre que no tengo tele. Lo cual, seguro que no se lo ha creído, aunque ha tratado hasta de venderme la tele junto con todos los paquetes de su empresa. Lo cierto es que tele sí hay en la casa, pero también es cierto que no la vemos nada. Pueden pasar semanas antes de que encendamos el mencionado cachivache. Aquí somos más de radio. La radio te permite compaginar cosas con su escucha. Puedes preparar la cena y escuchar las noticias o puedes estar pintando un cuadro mientras los señores de la tertulia te amenizan la tarde/noche con sus encendidos comentarios. También puedes escuchar una locutora insoportable con un ego por las nubes, mientras te das un paseo camino de la compra. En fin, que le vemos más ventajas a la radio.

No obstante todas estas ventajas se esfuman cuando aparece el futbol. Hombre, que retrasmitan un partido el martes, lo asumes. Apagas la radio, coges un libro y llenas tu tiempo con algo útil. Que el miércoles vuelvan a dar futbol, no lo entiende uno demasiado, pero se ve que en este país de pan y circo es casi una costumbre. Pero que el jueves, cuando pretendes escuchar tu tertulia favorita, aparezca de nuevo el futbol, es inaguantable. ¡¡NO LO ENTIENDO!!. Además tengo grabados cinco canales en el transistor y en TODOS aparece el futbol. En frecuencia modulada, en onda media, en onda corta y hasta en radio Pirenaica aparece el futbol ¿Es que en este país no hay nadie a quién interese otra cosa? Cinco o seis días a la semana la radio se llena de futbol. España se detiene y sólo interesa el maldito futbol. Ni la subida en el pago de los medicamentos. Ni los elefantes del rey.  Ni la crítica intensa de los progres hacia un gobierno facha. Ni la caída de la bolsa. Ni la prima de riesgo. Nada de nada detiene al futbol. 

Y luego queremos que este país progrese.

martes, 10 de abril de 2012

Mizoram II

De nuevo el silencio. De nuevo los días empiezan a pasar anodinos, con su cadencia rítmica y silenciosa metidos en la rutina habitual. El proceso de la adopción es así. El que lo ha vivido sabe lo que digo. Son días y días, meses y años de espera hasta que algún día, si hay suerte, suena el teléfono. Una pequeña noticia. Un pequeño avance en el larguísimo proceso y es cómo si te hubiera tocado la lotería. El corazón se dispara y la adrenalina te recorre todo el cuerpo hasta que poco a poco, día a día, mes a año te sumerges de nuevo en la rutina de la espera. Sabes que has avanzado un paso, pero desconoces cuando llegará en siguiente. Es más, muchas veces piensas si el siguiente llegará. Y de nuevo con el tedio de la espera. 

Mizoram ha sido un paso, un tremendo paso hacia adelante porque ya pones rasgos en la cara de tu niño, pero la euforia producida empieza a diluirse con el paso de los días. Esperamos que el teléfono suene. Sabemos que va a sonar con la cara de un pequeño tras de sí. Y ese día... Ese día va a ser ¡¡¡LA LECHE!!!

lunes, 9 de abril de 2012

Las tijerillas

Como ahora tengo todo el tiempo del mundo, hoy he estado de viaje viendo cosas con otros colegas de paro. Ha hecho un día excelente en la costa y creo que lo hemos aprovechado bien. A la vuelta nos hemos detenido en un pueblo de esta magnífica geografía que tenemos para tratar de comprar pan en un excelente horno de leña. No hemos tenido suerte con lo del pan, porque ya no quedaba nada que nos interesara, pero como a falta de pan, buenas son tortas, nos hemos ido al bar/pastelería a ver lo que encontrábamos en él. Estando tomando un refresco (con tapa), de pronto oigo que cae algo al suelo con un sonido metálico. Me vuelvo y veo unas pequeñas tijeras, que diligentemente recojo. Pertenecen a mi vecino de barra. Un señor mayor que recibe de vuelta las tijerillas con un cariño excesivo. Y ahí comienza a contarnos su historia. Las tijeras tienen cincuenta y un años. Se las dieron en Alemania, en la Bayer, en el año 61, el día que empezó a trabajar en esa empresa. Las necesitaba para realizar el trabajo que allí hacía. Con esas tijerillas sobrevivió a una época tremendamente difícil en España. Sacó adelante a su familia. Y está orgulloso de que, gracias a ellas, su hijo es hoy un excelente abogado, profesión con la que se gana la vida en la ciudad en que vivimos. Con esas tijerillas y muchas ganas de salir adelante, este señor, que no nos dejaba salir del bar para que oyéramos toda su historia, se embarcó en un viaje complicado, sin más recursos que su voluntad y sus ganas de trabajar. 

Esta historia me ha venido como anillo al dedo para el momento que estoy viviendo y que me tiene un poco preocupado. Ayer dejé a mi hija en el aeropuerto de Málaga. Se iba a Manchester a aprender inglés y a tratar de buscarse la vida. O no sé si se iba a tratar de buscarse la vida y de camino perfeccionar su inglés.

Entre las dos historias hay cincuenta años de diferencia. Y aunque los momentos en que se producen y las circunstancia que las rodean, son diametralmente opuestos, la esencia de las dos sigue siendo la misma, España, en dos momentos de su historia, lanza a toda una generación de jóvenes a buscar opciones de vida fuera de sus fronteras porque es incapaz de dar respuesta a las necesidades de trabajo que ambas tenían y tienen. Es cierto que los jóvenes emigrantes de hoy tienen formación, en el peor de los casos chapurrean un idioma, y sin estar sobrados, siempre disponen de una tarjeta de la que poder tirar en momentos de apuro. Pero siendo esto así, es una putada que la salida al extranjero no sea una opción, sino una obligación al ver que pasa la vida y que el trabajo no aparece ni hay posibilidades de crearlo. 

Ayer cuando volvía del aeropuerto de Málaga pensaba lo mal que lo hemos debido de hacer en este país nuestro, para que tantos y tantos jóvenes tengan de nuevo que emigrar. Hemos jugado a ricos. Diecisiete gobiernos autonómicos. Portátiles gratuitos para los peques. Un aeropuerto y una Universidad en cada ciudad. Estaciones de Ave y tranvías soterrados. Conciertos gratis para todos. Subsidios. Ayudas. Subvenciones. Todo gratis, gratis, gratis... como si el dinero público lloviera del cielo. Hemos sido los reyes del apalancamiento. Si no tenemos dinero, que nos lo presten, alguien, en algún momento lo pagará. Y si no como decían mis colegas de estudios en Bellas Artes: "que lo paguen los ricos". El problema es que ricos ya van quedando menos y los que quedan, difícilmente lo van a pagar. 

Nos hemos metido en un tremendo lío, como la familia que se endeuda hasta límites que no puede asumir, para irse de vacaciones o para pagar el convite de la boda. Hemos gastado el dinero en nada productivo y ahora ni tenemos el dinero, ni tenemos las joyas de la abuela. 

A pesar de toda esta mierda, ayer le dije a mi hija: "Cómete Europa. Teneis formación y podéis con ellos. Échale ganas. Los Españoles somos imaginativos. Trabajadores y podemos con lo que nos echen". Y hoy además, añadiría: con unas tijerillas en la mano podemos hacer lo que queramos. Hasta convertir a nuestros hijos en los mejores abogados del mundo. 

domingo, 1 de abril de 2012

Amnistía fiscal

Creo que fue en el año 91, cuando el señor Solchaga promovió la última amnistía fiscal en este país. Veníamos de una situación económica y financiera complicada, (hasta los pagarés del tesoro eran opacos al fisco) y se nos convenció de que había que poner un punto y final a todo aquello, en aras de una mejora de la economía y del propio País. Ahora, 21 años después, este flamante Gobierno, con una mayoría absoluta importante, toma sus decisiones para tratar de sacarnos de la penuria donde nos ha dejado metidos los ocho años del Sr. Zapatero.

Hay medidas que se toman, que pueden ser discutibles: La subida de impuestos, la reforma laboral...Hay medidas que gustarán más o menos, con las que se estará más o menos en desacuerdo, pero que al fin y al cabo entran dentro de lo que es opinable en función de información, creencias o ideología. Pero hay una medida, como es la Amnistía Fiscal, que sencillamente es inmoral. En las democracias modernas, Europa y Estados Unidos, el principio de contribución a los gastos comunes del Estado, es fundamental e irrenunciable. TODOS , en base a sus posibilidades, deben de contribuir al sostenimiento del estado común. Unos países serán más sociales. Otros lo serán menos. Pero en todos, el pago de impuestos es sagrado, dentro de su sistema normativo. 

Ahora este Gobierno plantea una amnistía fiscal, que sin duda será legal porque la ampararán las leyes, pero que a todas luces es inmoral porque unos señores que han estado defraudándonos, robándonos a todos, ahora se van de rositas, pagando su diez por ciento. En aras de un pragmatismo económico, seguimos siendo un país bananero. ¿Qué le decimos a las personas que todos estos años han pagado religiosamente sus impuestos? ¿A toda esa base de trabajadores que mes a mes ven cómo se escapa de su nómina una parte de sus ingresos sin conocer muy bien a qué se destinan?.

No siempre todo vale, ni el fin justifica los medios. Hay cosas que sencillamente no se pueden hacer. El gobierno con esta medida, está lanzando el mensaje a la ciudadanía, para que a partir de ahora vuelva a defrudar. Dentro de unos años aparecerá un Sr. Rosell de turno, pidiendo otra amnistía fiscal y algún gobierno, afín y obediente, le hará caso.

Se pongan como se pongan y recauden lo que recauden, esta medida es inmoral. ¿Porqué no pedimos a los asesinos de ETA que paguen un 10% y le damos otra amnistía por sus asesinatos?. Aunque pensándolo bien, no daré ideas....