miércoles, 30 de mayo de 2012

Hasta aquí he llegado

Por mi parte hasta aquí he llegado. Esto me parece insoportable y si nos tenemos que hundir, nos hundimos, pero a ver si nos llevamos por delante a toda Europa. Hasta ahora siempre había pensado que había que aguantar. Que los sacrificios eran necesarios. Que sin ahorrar nunca podríamos pagar lo que habíamos gastado antes. Estaba de acuerdo en la subida de impuestos, en la bajada de gastos, en reducción del déficit. Me parecía lógico y hasta necesario hacer sacrificios para salir adelante aún a costa de vivir mucho peor de lo que habíamos vivido en los años anteriores. Lo veía normal. Era necesario y obligatorio. Nos habíamos gastado los recursos de la siguiente generación y ahora había que volver a  ahorrarlos para poder sobrevivir. Pero hoy he dicho que hasta aquí hemos llegado. Está visto que hagamos lo que hagamos no sirve para nada. Es inútil cualquier sacrificio, porque "Europa", "Bruselas", "los Mercados", esos entes fríos y lejanos, son como un monstruo devorador que cada día demanda nuevas doncellas con qué alimentarse. Esto empieza a parecerse a la leyenda de Sisifo. Es realizar un esfuerzo que no tiene sentido y que no sirve para nada. Y al final me pregunto ¿para qué? y no encuentro la explicación. Se han subido los impuestos. Se ha hecho una reforma laboral realmente dura. Se han reformado las pensiones y se ha retrasado la edad de jubilación. Se ha aprobado una ley de estabilidad presupuestaria para controlar a diecisiete manirotos. Se ha bajado el sueldo a los funcionarios. Y cada viernes el gobierno nos obsequia con alguna doncella nueva con la que alimentar al monstruo devorador. Pero nada sirve y cada día se demandan más y más sacrificios. Es verdad que seguimos teniendo más de ocho mil municipios. Que no se ha tocado ninguna televisión autonómica. Que el estado de las autonomías es un lujo que no nos podemos pagar. Son verdad muchas cosas, pero está visto que hagamos lo que hagamos no sirve para nada. Tenemos tal nivel de deuda, que por cada punto que suba la prima de riesgo a nosotros se nos van ocho mil millones de euros por las alcantarillas, así que lo que ahorramos por un lado alguien se lo lleva por otro. 

Y en Europa parece que nadie está dispuesto a arreglar nada. El BCE silba mirando al cielo. Alemania, está cómoda en su insconsciencia. Yo no termino de creerme que Europa se vaya a pique y Alemania se salga de rositas. Al fin y al cabo los ochocientos mil millones de deuda que tenemos al alguien se los deberemos. Bruselas, lo único que sabe hacer es reunirse y pedir sacrificios, pero no mueve un euro para solucionar ningún problema.

Creo que alguien está tensando tanto la cuerda, que está a punto de romperse. Vayámonos del euro. Nunca debió crearse. Europa como unidad no existe. Es un Ente sin lengua común, sin cultura común, sin filosofía común, sin economía común. Sin legislación común. Hemos cedido nuestra soberanía monetaria, ¿para qué?. Cuando necesitábamos tipos de interés al seis por ciento, Europa nos los puso al dos y este fue el origen de toda la burbuja inmobiliaria. Dinero abundante y barato. A especular. Ahora que necesitamos una política monetaria expansiva, de nuevo nos acomodamos a las necesidades alemanas y por más esfuerzo que hagamos nunca cumpliremos el déficit porque el ahorro se nos va a ir en una recesión brutal y en pagar más y más intereses. 

Por mi parte hasta aquí he llegado. Esto es para mear y no echar gota, así que de perdidos al río. Y como no por mucho madrugar amanece más temprano y homo homini lupus, que quisque canis lambat suum penes. Adiós al Euro. 

viernes, 11 de mayo de 2012

La educación

Y se abrió otro debate. Ahora le toca a la educación y ya tenemos otro lío montado. Más gente en la calle. Arden los facebuc. Los tuiter despiden destellos y los profesionales de la opinión hace horas extras convocando a la rebelión.Y yo, llevo días sin escribir nada porque quería escribir sobre este tema e imaginaba que lo que pienso y opino no es políticamente correcto. Creo que lo que entiendo que hay que hacer en el ámbito de le educación está en contra de lo que piensan muchos de los que puedan leer estas líneas. Pero dándole vueltas al tema, ¿para qué sirve cumplir años si no es para decir lo que uno piensa?.

Hace ya muchos años que mi educación comenzó. Recuerdo la escuela de mi pueblo. Un edificio, el de los niños, con una grieta en uno de los laterales por donde cabía la mano. Recuerdo el frío intenso del invierno y cómo las niñas llevaban su braseríllo de picón con las brasas en una lata. D. Jesús, mi primer maestro, atendía una clase de veinte o treinta niños, con edades desde los cuatro o cinco años hasta los diez o doce. Todos estos datos no los recuerdo muy bien. Lo que sí recuerdo es que en los pupitres de madera, casi en ruina total, había un agujero para el tintero y en la pared del fondo de la escuela había una pizarra tremenda. Recuerdo libros como el Parvulito o las enciclopedias Alvarez y mi pizarrín pequeño, que apenas cabía en mi magnífica cartera de plástico. Recuerdo que D. Jesús lo mismo atendía a los niños que estaban aprendiendo a leer, como a los niños que preparaban su examen de Ingreso para estudiar bachiller. Si fuera por medios, toda la gente de mi edad no habríamos hecho nada en la vida, porque los medios apenas existían. No había casi nada. Los pocos libros que había, pasaban de unos hermanos a otros durante años, aunque estuvieran totalmente desencuadernados. Pero servían y no había dinero para más. Medios no había, pero lo que sí había para la educación eran MAESTROS respetados. Maestros con una tremenda autoridad para hacer entender a los niños y a los padres lo que había que entender. Lo que sí había para la educación era exigencia y esfuerzo y a falta de otros medios, repetíamos la tabla de multiplicar hasta la saciedad y si no te sabías la del siete, ese día te quedabas sin comer. Y no pasaba nada, si acaso, que temías la llegada a casa porque tu padre te iba a preguntar qué habías hecho para no ir a comer. Por la noche cenabas con más ganas y estudiabas mejor.

Luego cuando fui al colegio conseguí una beca para estudiar. Creo que había que aprobar todas las asignaturas con una media de siete (o más de seis, no recuerdo bien). Pero sabías que o estudiabas mucho o perdías la beca y aquello se podía complicar.

Por todo lo anterior, cuando veo toda la polémica que se ha formado, simplemente creo que estamos equivocados. El debate está mal enfocado. Se insiste en los medios. Número de alumnos por clase. Fondos públicos. Más escuelas. Más maestros. Más ordenadores. Más, más, más... Pero no se insiste nada en un cambio de mentalidad. El problema de educación no es un tema de medios, si fuera por medios todas las personas de mi generación seríamos analfabetos. El problema de la educación es una cuestión de actitud. Hay que educar en el esfuerzo personal. En el trabajo individual y colectivo. La sociedad va a pedir a nuestros hijos que corran una maratón y nosotros no queremos que se levanten de la cama por si se lastiman. Es un error. Tenemos la educación del merengue y así nos va.

Hace poco oía a un universitario protestar por el cambio propuesto en la concesión de becas. Si estoy trabajando, decía, ¿cómo voy a conseguir nota para mantener la beca?. Entonces me acordé de mi amiga Carmen. Trabaja todos los días en una oficina de ocho a tres.  Y a las tres, echando leches, se va sin comer a la facultad. Los muchísimos trabajos que hay que hacer los hace a costa de su sueño y de sus fines de semana. El año que viene será licenciada en Bellas Artes. Ya quisieran muchos de sus compañeros de veinte años tener el expediente que ella tiene.

Insisto. O cambiamos la mentalidad o no vamos a ningún sitio. Y si hay medios, mejor.