viernes, 31 de mayo de 2013

Valores

Los últimos días, a pesar de haber estado inmerso en una vorágine de vivencias y acontecimientos tremendamente emotivos, cuando la tranquilidad o la emotividad me lo permitían, pensaba en como iba a escribir este artículo. Porque de esto quería escribir. Cuando escribo, y no sé por qué, lo primero que pienso es en el título. Quiero que éste transmita algo. Que solamente viéndolo, el lector sepa el transfondo de lo escrito. Unas veces lo consigo más y otras lo consigo menos. Algunas seguro que no lo consigo. 

Para este artículo tenía un título pensado y definido: "Un gran hombre". Porque de eso se trata. De resaltar actuaciones y valores del que para mí ha sido un hombre excepcional. Su nombre no aparecerá en la historia de los libros, aunque sí en la mía. No ha ganado condecoraciones ni premios, aunque sí ganó el cariño de mucha gente. No tenía licenciaturas ni doctorados sino la formación básica para hacer sus cuentas y escribir cartas, cuando las cartas se escribían y la comunicación era mucho más pausada. Nunca fue ministro ni político de renombre para influir en la res-pública, aunque sí logró influir, ¡y de qué forma!, en los que estuvimos cercanos, gracias a sus profundas convicciones. No fue empresario de éxito ni amasó grandes fortunas como para salir en la revista Forbes, pero sí logró hacer su trabajo con honradez y decencia. No triunfó en el deporte, ni en los toros, ni en el mundo de la farándula, porque la discreción era su norma y su único deporte su trabajo. No. Sin duda no ha sido un hombre de éxito bajo los cánones de nuestra sociedad moderna, pero sin embargo fue un hombre feliz.

A pesar de todo lo anterior, he querido cambiar el título inicial a este artículo porque yo ya sé que fue un gran hombre, pero lo fue por los valores que desarrollo a lo largo de su vida. Valores que hoy tengo la sensación que se están perdiendo o al menos difuminando en un ambiente de egoísmo y hedonismo. En la actualidad nos quejamos de muchas cosas y continuamente. La palabra crisis está en boca de todos y a todas horas y este ambiente tan negativo nos hunde continuamente en la melancolía sin permitirnos ver las oportunidades que toda crisis genera. ¡Qué bueno sería mirar hacia atrás, conocer la historia!.

EL perteneció a una generación que se va apagando, quizás por el paso del tiempo, quizás porque tuvo que luchar contra miseria de verdad; quizás porque no podía comprender lo que esta pasando y ha preferido irse antes de constatar como se pierden sus valores.

Mientras veía como se apagaba, pensaba qué palabra podría definir su vida y en mi mente siempre aparecía con una tremenda fuerza la palabra Honradez. Sin duda ha sido un hombre honrado en el sentido grande de la palabra. Honrado con los demás y honrado consigo mismo. Lo que antes se llamaba un hombre cabal.  Una persona que siempre hizo honor a su palabra dada sin más contrato que el que se firma con un apretón de manos. Un hombre leal a sus principios. Recto en sus planteamientos. Para mí es su gran legado y su gran enseñanza y ojalá esta honradez suya sepa yo transmitirla a los que nos siguen en el camino. Y este ser honrado consigo mismo lo llevó a ser una persona de una gran entrega y generosidad. La palabra egoísmo nunca estuvo en su vocabulario. En lo bueno siempre estábamos todos por delante de él. Jamás tuvo pereza para hacer las cosas. Ni las grandes ni las pequeñas. Si había que trabajar, era el primero. Si necesitaba un vaso de agua, simplemente iba a por él. Vivió con austeridad toda su vida. Ahorrando si era posible. Sin gastar lo que no tenía. Con esa mínima pensión, nunca supe como hacía para que nunca se le olvidara hacernos, a todos,  el regalo de cumpleaños, el del santo, el de navidad.

Aparte de todos sus valores supo transmitir como nadie el cariño a los que estábamos cerca aunque estuviéramos lejos. Su sonrisa siempre estará en mi memoria. Una gran persona. Un gran padre.


miércoles, 15 de mayo de 2013

Trileros

Tengo que reconocer que durante el presente año, este "Panoechargota" está bastante abandonado. Desde enero no me he sentado delante de mis pensamientos para coger el teclado y poder escribir algo que exprese mi sentimiento y a veces mi rabia. Y no es que no haya motivos para hacerlo, que los hay en abundancia. Quizás sea más bien la pájara del ciclista subiendo un puerto. Cuando ves que por más pedales que das aquello no se termina y la cuesta se hace insufrible y eterna. O quizás sea más bien que alguien me ha liado en un proyecto ilusionante, con unos objetivos difíciles pero alcanzables, al que estoy dedicando más tiempo del que tenía previsto. Sea como fuere, bien por falta de ganas o por exceso de ilusión, el resultado es que este "Panoechargota" ha estado demasiado tiempo callado y ya es hora de que diga algo. 

En todo este tiempo han pasado cosas, muchas cosas. Y algunas han sido geniales. Dos amigos en el mismo día, en sitios diferentes y con temas muy opuestos, presentaron sendos libros. Uno de poesía, para sacar el alma a la vida. El otro sobre gestión empresarial, para indicar nuevos caminos de cómo hacer las cosas dentro de la nueva empresa. Estas publicaciones me han llenado de tremenda alegría y de una gran envidia. Porque yo siempre he dicho que esencialmente envidio dos cosas en la vida. Una es hablar idiomas. La otra es saber y poder escribir y ver publicado un libro. Libros de poesía y de gestión empresarial saludable. En el fondo no son tan diferentes. Ambos tratan de humanizar la vida en un mundo donde una locura egoísta e irracional nos invade.La crisis parece sacar lo más asqueroso del ser humano en la dirección de las empresas, donde un retroceso al siglo XIX  se está imponiendo en la gestión. Los malos modos. Las amenazas rastreras. Las voces. Los insultos. El incumplimiento flagrante de la legalidad en cuanto a jornada laboral, vacaciones y otros muchos puntos, están a la orden del día en muchas empresas. Una tasa brutal de paro está haciendo que los trabajadores traguen lo indecible con tal de conservar su precario puesto de trabajo. En la mayoría de las empresas impera la filosofía del engaño al cliente. Meter carne de caballo donde se indica que es de vaca. Lo socialmente responsable  y la Responsabilidad Social Corporativa, simplemente se queda en un precioso cuadernillo que todas las grandes empresas tienen publicado, pero la verdad de la verdad es que todo el que puede engaña y el que puede mucho, mucho lo hace. En una gran cantidad de casos se trata de una filosofía de empresa. Robar poquísimo a muchos y muchas veces para que nadie se de cuenta y aunque lo haga no le merezca reclamar.

Y para muestra un botón. Como últimamente no me fío ni de mi sombra y mucho menos de mis bancos, suelo repasar todas las operaciones que hago con ellos. El otro día repasaba la liquidación de intereses de una imposición a plazo fijo que tiene mi padre. Después de muchos cálculos y una gran cantidad de tiempo, llegué a la conclusión de que faltaban 3 días de intereses. Antes de ir a reclamar se me ocurrió mirar el contrato y enseguida vi la respuesta. A un lumbreras del banco (seguro que lo nombraron empleado del año en la convención de directivos) se le ocurrió contar los días por meses comerciales, es decir meses de 30 días (que hacen 360 al año) pero en cambio utilizar la base real de 365. ¿Qué quiere decir esto? Sencillamente que en un año están robando cinco días de intereses que no le pagan al cliente. ¿Es legal?. Pues no lo sé. Desde luego está firmado en contrato. Es ético. Sin duda que no. Es una triquiñuela para sisar unos dinerillos. Suponiendo que el banco tenga unos tres mil millones en imposiciones a plazo fijo al cabo de un año se ventilan la cifra de un millón de euros.

Cosas de estas  hay muchas. Como incluir alguna comisión en el cargo de algún recibo para que no se note su cobro. Son cosas de trileros. Actuaciones que rozan la legalidad. Se trata de dar vueltas a la bolita para sacar el dinero al cliente. Y los supervisores mirando las estrellas y exigiendo más provisiones.

¡¡La bolita, la bolita, la bolita!! ¿Dónde está la bolita? ¡¡Trileros, que sois unos trileros!!