Nunca fui yo muy amigo de perros, pero desde hace año y medio aproximadamente comparto tiempo y espacio con un estupendo perro labrador. Bianco para los amigos. Es juguetón, cariñoso, familiar, cabezón, amable, noble. En fin, un carácter típico de su raza. Tan bueno es el bicho que, a pesar de nuestras diferencias de criterio en algunos aspectos, le estoy tomando cariño. Normalmente nos llevamos bien. Paseamos juntos. Nos divertimos juntos. Yo le doy su comida. El me da lametones. Nuestra convivencia es plácida y agradable hasta que aparece el tema territorial. Es en ese aspecto donde existe una guerra larvada que, en algunos momentos, estalla en una crisis política de alto voltaje y que puede terminar llevando nuestra relación de convivencia a una situación insostenible. Principalmente por motivos de higiene, Bianco tiene limitado el paso a zonas sensibles de la casa como son el dormitorio y la cocina. El resto todo es suyo y por allí campea a sus anchas, pero, especialmente la cocina, quiero que sea territorio vedado. Y ahí es donde comienza el conflicto. Bianco es inteligente y él sabe con claridad donde están sus límites. El marco de la puerta de la cocina marca la separación de nuestros territorios. Él lo conoce, a veces lo admite, pero casi nunca lo respeta. Una y otra vez insiste e insiste e insiste e insiste, hasta que una vez me pilla con la moral baja o la ternura subida y yo, por hacer una gracia, le franqueo el paso. ¡Derecho consolidado! Es lo peor que se puede hacer. A partir de ahí la guerra se incrementa. Una vez que le he dado un trozo de comida o le he propiciado una caricia dentro de la cocina, Bianco interpreta que es territorio libre y lo sigue intentanto "ad eternum". Nunca se cansa. Nunca se da por vencido.Una y otra vez trata de traspasar el umbral que tiene asignado. Aprovechándose de mi debilidad va consiguiendo losetas de la cocina. Una a una. Poco a poco. Sin descanso hasta conseguir su objetivo.
El otro día mientras desayunaba, escuchaba en la radio una tertulia matutina sobre cierto conflicto nacionalista. Bianco con las patas delanteras en sus losetas conquistadas, me acompañaba en mi tranquilidad. Hablaban de las cualidades y características de ese tipo de ideología. Persistente, astuta, cansina, demagoga, aprovechada, insistentes, erre que erre, erre que erre, y más de lo mismo.... De pronto me surgió una terrible duda: ¿será mi perro nacionalista?
El otro día mientras desayunaba, escuchaba en la radio una tertulia matutina sobre cierto conflicto nacionalista. Bianco con las patas delanteras en sus losetas conquistadas, me acompañaba en mi tranquilidad. Hablaban de las cualidades y características de ese tipo de ideología. Persistente, astuta, cansina, demagoga, aprovechada, insistentes, erre que erre, erre que erre, y más de lo mismo.... De pronto me surgió una terrible duda: ¿será mi perro nacionalista?