Los últimos días, a pesar de haber estado inmerso en una vorágine de vivencias y acontecimientos tremendamente emotivos, cuando la tranquilidad o la emotividad me lo permitían, pensaba en como iba a escribir este artículo. Porque de esto quería escribir. Cuando escribo, y no sé por qué, lo primero que pienso es en el título. Quiero que éste transmita algo. Que solamente viéndolo, el lector sepa el transfondo de lo escrito. Unas veces lo consigo más y otras lo consigo menos. Algunas seguro que no lo consigo.
Para este artículo tenía un título pensado y definido: "Un gran hombre". Porque de eso se trata. De resaltar actuaciones y valores del que para mí ha sido un hombre excepcional. Su nombre no aparecerá en la historia de los libros, aunque sí en la mía. No ha ganado condecoraciones ni premios, aunque sí ganó el cariño de mucha gente. No tenía licenciaturas ni doctorados sino la formación básica para hacer sus cuentas y escribir cartas, cuando las cartas se escribían y la comunicación era mucho más pausada. Nunca fue ministro ni político de renombre para influir en la res-pública, aunque sí logró influir, ¡y de qué forma!, en los que estuvimos cercanos, gracias a sus profundas convicciones. No fue empresario de éxito ni amasó grandes fortunas como para salir en la revista Forbes, pero sí logró hacer su trabajo con honradez y decencia. No triunfó en el deporte, ni en los toros, ni en el mundo de la farándula, porque la discreción era su norma y su único deporte su trabajo. No. Sin duda no ha sido un hombre de éxito bajo los cánones de nuestra sociedad moderna, pero sin embargo fue un hombre feliz.
A pesar de todo lo anterior, he querido cambiar el título inicial a este artículo porque yo ya sé que fue un gran hombre, pero lo fue por los valores que desarrollo a lo largo de su vida. Valores que hoy tengo la sensación que se están perdiendo o al menos difuminando en un ambiente de egoísmo y hedonismo. En la actualidad nos quejamos de muchas cosas y continuamente. La palabra crisis está en boca de todos y a todas horas y este ambiente tan negativo nos hunde continuamente en la melancolía sin permitirnos ver las oportunidades que toda crisis genera. ¡Qué bueno sería mirar hacia atrás, conocer la historia!.
EL perteneció a una generación que se va apagando, quizás por el paso del tiempo, quizás porque tuvo que luchar contra miseria de verdad; quizás porque no podía comprender lo que esta pasando y ha preferido irse antes de constatar como se pierden sus valores.
Mientras veía como se apagaba, pensaba qué palabra podría definir su vida y en mi mente siempre aparecía con una tremenda fuerza la palabra Honradez. Sin duda ha sido un hombre honrado en el sentido grande de la palabra. Honrado con los demás y honrado consigo mismo. Lo que antes se llamaba un hombre cabal. Una persona que siempre hizo honor a su palabra dada sin más contrato que el que se firma con un apretón de manos. Un hombre leal a sus principios. Recto en sus planteamientos. Para mí es su gran legado y su gran enseñanza y ojalá esta honradez suya sepa yo transmitirla a los que nos siguen en el camino. Y este ser honrado consigo mismo lo llevó a ser una persona de una gran entrega y generosidad. La palabra egoísmo nunca estuvo en su vocabulario. En lo bueno siempre estábamos todos por delante de él. Jamás tuvo pereza para hacer las cosas. Ni las grandes ni las pequeñas. Si había que trabajar, era el primero. Si necesitaba un vaso de agua, simplemente iba a por él. Vivió con austeridad toda su vida. Ahorrando si era posible. Sin gastar lo que no tenía. Con esa mínima pensión, nunca supe como hacía para que nunca se le olvidara hacernos, a todos, el regalo de cumpleaños, el del santo, el de navidad.
Aparte de todos sus valores supo transmitir como nadie el cariño a los que estábamos cerca aunque estuviéramos lejos. Su sonrisa siempre estará en mi memoria. Una gran persona. Un gran padre.
A pesar de todo lo anterior, he querido cambiar el título inicial a este artículo porque yo ya sé que fue un gran hombre, pero lo fue por los valores que desarrollo a lo largo de su vida. Valores que hoy tengo la sensación que se están perdiendo o al menos difuminando en un ambiente de egoísmo y hedonismo. En la actualidad nos quejamos de muchas cosas y continuamente. La palabra crisis está en boca de todos y a todas horas y este ambiente tan negativo nos hunde continuamente en la melancolía sin permitirnos ver las oportunidades que toda crisis genera. ¡Qué bueno sería mirar hacia atrás, conocer la historia!.
EL perteneció a una generación que se va apagando, quizás por el paso del tiempo, quizás porque tuvo que luchar contra miseria de verdad; quizás porque no podía comprender lo que esta pasando y ha preferido irse antes de constatar como se pierden sus valores.
Mientras veía como se apagaba, pensaba qué palabra podría definir su vida y en mi mente siempre aparecía con una tremenda fuerza la palabra Honradez. Sin duda ha sido un hombre honrado en el sentido grande de la palabra. Honrado con los demás y honrado consigo mismo. Lo que antes se llamaba un hombre cabal. Una persona que siempre hizo honor a su palabra dada sin más contrato que el que se firma con un apretón de manos. Un hombre leal a sus principios. Recto en sus planteamientos. Para mí es su gran legado y su gran enseñanza y ojalá esta honradez suya sepa yo transmitirla a los que nos siguen en el camino. Y este ser honrado consigo mismo lo llevó a ser una persona de una gran entrega y generosidad. La palabra egoísmo nunca estuvo en su vocabulario. En lo bueno siempre estábamos todos por delante de él. Jamás tuvo pereza para hacer las cosas. Ni las grandes ni las pequeñas. Si había que trabajar, era el primero. Si necesitaba un vaso de agua, simplemente iba a por él. Vivió con austeridad toda su vida. Ahorrando si era posible. Sin gastar lo que no tenía. Con esa mínima pensión, nunca supe como hacía para que nunca se le olvidara hacernos, a todos, el regalo de cumpleaños, el del santo, el de navidad.
Aparte de todos sus valores supo transmitir como nadie el cariño a los que estábamos cerca aunque estuviéramos lejos. Su sonrisa siempre estará en mi memoria. Una gran persona. Un gran padre.
Manolo, es una suerte que la vida le permita a uno en momento tan único como inédito escribir un artículo como VALORES. Enhorabuena, porque la muerte real solo existe en la ausencia del recuerdo. Un abrazo
ResponderEliminarMuchísimas gracias Miguel. Siempre he sido un hombre con suerte y no iba a ser menos ahora.He tenido un padre estupendo y en mi recuerdo vivirá siempre.
ResponderEliminarUn abrazo grande Manolo.
ResponderEliminarManolo, se ha ido pero es evidente que te ha dejado un gran pozo que tu también compartes y transmites.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo. Ildefonso
Manolo, un abrazo y enhorabuena por disfrutar de un padre asi.
ResponderEliminar