lunes, 12 de marzo de 2012

Adiós con el corazón, que con el alma no puedo

Pues sí señor. Hasta aquí he llegado. Laboralmente se entiende, claro. Después de treinta y dos años justos en mi querida empresa de toda la vida y seis meses en el sucedáneo este de banco que se ha creado, con un poco de tristeza y mucha ilusión por el tiempo que me regalan, digo Adiós a toda una vida en el sector de las Cajas de Ahorros. Un sector denostado, masacrado, injustamente vilipendiado, del que sólo se resaltan sus muchos errores y nadie se preocupa por analizar lo mucho de bueno que había en su trabajo. Nadie se para a ver los múltiples apoyos a empresas durante años, ni la ayuda a muchas personas para que mejoren su calidad de vida, ni la ingente cantidad de dinero repartida por la obra social por todos los pueblos de España, ni el trabajo realizado por muchos profesionales cercanos a la gente. Este sector, con la ayuda de su público, que antes lo aclamaba y ahora lo abuchea, ha dicho adiós a su existencia.

A lo largo de estos treinta y dos años he pasado por muchos sitios y situaciones que me han permitido crecer   profesional y personalmente. He trabajado con personas estupendas, magníficos profesionales,  y con otras que sólo me enseñaron cómo no se debía ser en la vida, pero de todas he aprendido algo. He tenido la suerte y la oportunidad de conocer muchas cosas, muchos lugares y mucha gente y mirando hacia atrás veo lo mucho que he crecido en este tiempo. He estado abajo, he llegado arriba y he vuelto a bajar  y en todas estas situaciones procuré ser una persona cercana. Recuerdo a los amigos que se fueron y animo a los que os quedáis, porque no es pequeño el reto que tenéis por delante. 

Como dice la canción, es la hora del adiós, pero adiós es una palabra que se dice en un segundo. A partir de ahí empieza el futuro. Y el futuro está cargado de oportunidades. Vamos a por ellas.