miércoles, 30 de marzo de 2022

El método del caso

 Uno de los métodos de enseñanza más usados por las escuelas de negocios desde hace tiempo es el método del caso. En mis años laborales, no fueron pocos los seminarios y cursos a los que asistí y en muchos de ellos ya se usaba este método. En realidad consiste en escojer un caso real relacionado con la materia que se está estudiando y hacer un análisis de cómo se desarrolló realmente para tratar de aprovechar los aspectos positivos y las equivocaciones que se cometieron extractando unas conclusiones a luz de la materia estudiada.

No sé por qué estos días me ha venido a la mente un acontecimiento que viví hace tiempo y lo he relacionado con el método del caso. En realidad no es un caso empresarial ni un hecho que merezca un estudio concienzudo, pero si es una anecdota real que explica de forma tremendamente visible como se gestionan algunas empresas y qué es lo que no hay que hacer en ningún caso.

Hace años, quizás demasiados años ya, tuve la suerte de participar en una competición semideportiva llamada Raider Trophy. Participaban en ella equipos de empresas formados por cinco personas en las que se realizaban pruebas de orientación, carreras nocturnas, descenso de ríos, tiro con arco... y muchas más. Eran varios días intensos de competición donde el agua y el barro eran peremnes compañeros de partida. Mi equipo, el número 28 quedó en un honroso decimo noveno puesto de unos cuarenta grupos participantes. Bien es cierto que en la edición del año siguiente quedamos los terceros.

Una de las pruebas de la competición consistía en que cada equipo de cuatro personas debía atravesar un pantano en una lancha neumática a remo de los participantes. Mi equipo estaba en la orilla esperando a participar. Los equipos se subían en su lancha, remaban y cada uno tardaba en atraversar el pantano lo que buenamente podía. En un momento determinado uno de los equipos coge su lancha. se suben los contendientes. Dos de ellos se sientan en uno de los laterales de la lancha y los otros dos se colocan al otro lado, pero con la salvedad de que uno de ellos en vez de sentarse en el lateral, por miedo o por cualquier otro motivo que desconozco, se sentó en el mismo suelo de la lancha. De pronto se ponen a remar como locos, todos a una, en equipo, tratando de tardar el menor tiempo posible, pero la lancha en vez de avanzar, daba vueltas sin sentido y a un ritmo frenético. ¿Cual era el problema? El participante que estaba sentado en el suelo de la lancha neumática, entre que estaba en el suelo y no era de mucha estatura, no conseguía hundir su remo en el agua, con lo cual, movía mucho el remo pero no hacía ninguna fuerza y como los del lado contrario sí hundían con fuerza, el efecto era un giro desbocado. 

A lo largo de mi vida laboral han sido muchas las veces que me he encontrado con algo parecido. Todo el personal trabajando día y noche cómo locos, dedicando su mayor inteligencia y sus mejores horas a lo que se les pedía y el trabajo raramente avanzaba porque lo que unos construían otros lo deshacían y todos trabajando con la mejor voluntad. Eso, sí. El equipo siempre termina quemado.

Y aquí viene el análisis del caso. ¿Qué tenían que haber hecho los de la barca? Pararse. Levantar la vista del remo y observar que la barca no avanzaba. Organizar el equipo de forma que el que estaba sentado en el suelo viera que no era su sitio. Distribuir mejor el equipo, cambiando de lado al más fuerte. Coordinar las paladas. Quizás, tener a alguien que pudiera dirigir. En fin, ...

Que cada uno analice su caso