jueves, 18 de octubre de 2012

¿Y qué esperábamos?

Leía hace unos días en prensa que el Tribunal Constitucional había dictado una sentencia anulando las sanciones impuestas por la Generalidad de Cataluña a los comercios por rotular en español los servicios que ofertaban. Para los españoles que no somos catalanes, esta sentencia nos parece de perogrullo. Lo normal es que si se utilizan las dos lenguas cada uno utilice aquella en la que se sienta más cómodo. Y si rotula en castellano era porque alguien interpretaba que era mejor hacerlo así. Pues esto que para muchos es algo evidente, debe de ser una cosa tremendamente compleja, ya que el Tribunal Constitucional ha tardado SÓLO dieciseis años en dictar esta sentencia. De hecho parece que la ley que deroga ya no existe. Me gustaría saber si la demora en dictar sentencia por parte del Tribunal Constitucional se debe a que están de trabajo hasta el gorro o a que determinados problemas es mejor meterlos en el cajón de los recuerdos y que duerman el sueño de los justos.

Con relación a los nacionalismos, hace más de treinta años que se mira para otro lado. Nadie ha querido ponerle el cascabel al gato. Unos por sus complejos, otros por sus resentimientos y todos encorsetados por una ley electoral que da a las minorías un peso en la política que nunca ganan en las urnas. Era mejor mirar para otro lado o había que mirar para otro lado para conseguir los apoyos necesarios. Y mientras, los nacionalistas a lo suyo. Una política educativa con un objetivo claro y en dos generaciones lo consiguen. No hay prisa. Es cuestión de insistir, de pedir, de educar en el objetivo a conseguir.

No es el Constitucional el único que ha tardado tantísimo tiempo en dictar sentencia. Gobierno tras gobierno han ido dejando que pase el tiempo sin tomar decisiones y dejando que la bola engorde. Y claro, ahora viene el Ministro de educación y dice aquello de que hay que españolizar una parte de España y suena raro. Más que raro es anatema. Algo que no se puede decir.

Luego nos extrañamos de lo que pasa. ¿Y qué esperábamos?